A Manolo, no había época del año que le gustara más que la Navidad. Como sus padres trabajaban muchísimo, se pasaba los días muy solo. Pero durante esas fechas las cosas eran diferentes: su madre se mostraba cariñosa y su padre le hacía más caso. El día de Noche Buena, su padre y él por la mañana, hacían un muñeco de nieve juntos.
Durante las semanas anteriores a la Navidad, su madre compraba un regalo para que Manolo no se aburriera y estuviera buscándolo entretenidamente. En ese regalo que él encontró ponía escrito claramente “Para mi pequeño Manolito”. El regalo no le habría, porque si no perdería la sorpresa, pero por otra parte le quedó claro que su madre le quería un montón.
Al siguiente año por mucho que buscó y rebuscó, no encontró ni rastros del regalo navideño. Durante las dos semanas antes de la Navidad, sus padres ya no pasaban tanto tiempo en casa como antes: su padre no le veía desde hace dos meses y su madre estaba muy rara. Ya no era tan cariñosa, ya que apenas le hablaba y ni le daba las buenas noches.
Una mañana en la que estaba hartado, se levantó bien temprano y despertó a su madre antes de que se fuera a trabajar. Tuvieron una conversación cortita en la que Manolo le preguntaba a su madre que le iba a regalar para Navidad y ella le contestaba que eso no se decía.
Él se marchó muy enfadado. Su madre, no sabía cómo explicárselo correctamente. Ese día, antes de irse al trabajo le dio un beso, pero él no se lo esperaba. Él, desde ese momento, ya pensó que había regalo.
Cuando llegó el día de Navidad, obviamente el árbol estaba completamente cubierto de regalos. Hubo más de los que él se esperaba, incluso su madre llamó a toda la gente de su pueblo para cantar villancicos en su casa, lo malo era que no estaba su padre.
Cuando esa noche Manolo se metió a la cama, se sentía muy solo. Se llevó un enorme disgusto al no ver a la siguiente mañana a su padre porque no fue a buscarle como hacía cada año. Para él los ya no servían de nada porque como él decía “que un padre no se podía comparar con el dinero. En realidad, sí que había venido, pero como su padre quería hacerle una enorme sorpresa, se metió en el otro lado de la cama para que cuando su niño se despertara le vería.