El despiste de Papá Noel
Escrito por Salma Arribas Carrrillo, viernes 29 de noviembre de 2013 , 21:13 hs , en TRABAJOS DE LOS ALUMNOS

Los duendecillos de Navidad estaban más atareados que otros años.  Solo tenían un mes para fabricar todos los regalos pero no tenían ningún problema porque cada uno, tenía una función. Cuando los regalos se terminaban otros duendes les envolvían. Normalmente Papá Noel los regalos en su trineo con renos pero este año, los renos estaban constipados. Papá Noel, decidió que transportaría los regalos con huskys. Puk era el husky favorito de Noel. Él cogió los sacos de los regalos en el trineo uno de ellos lo llevaba en la espalda. Cuando llegó a la primera casa para repartir los regalos, se dio cuenta de que en el saco que llevaba no había regalos. El exclamó que se los habían robado y mandó a los huskys que se pusieran en marcha. Repartieron los demás regalos que había y volvieron a la fábrica. Al volver a  la fábrica, descubrieron los regalos que les faltaban. Lo que ocurrió, es que el saco tenía un agujero en la parte de abajo. Les recogieron muy rápido y les llevaron a su sitio.



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Comentarios
  • ADRIÁN BRIONES DÍEZ el sábado 30 de noviembre de 2013, 12:31 hs
    Esta muy bien.
  • Jorge Rodrigo Moreno el sábado 30 de noviembre de 2013, 13:20 hs
    No está mal, Salma, aunque quizás un poquito corto.
  • Yuraima Buenaventura el martes 29 de julio de 2025, 11:52 hs

    Vuelve el humo a O Caramuxo: otro incendio en la planta de Toysal sacude a Vigo

    Vuelve el humo a O Caramuxo: otro incendio en la planta de Toysal sacude a Vigo.

    El rugido del fuego y la columna que volvió a teñir el cielo

    El domingo amanecía en Vigo con esa serenidad de julio que parece una tregua. Pero la calma duró poco. A las 10.00 horas, la nave de Toysal, dedicada al tratamiento de residuos industriales y operadora del Punto Limpio del Concello, volvió a convertirse en epicentro de la alarma medioambiental. La columna de humo, densa y oscura, se alzó como una advertencia visible desde distintos puntos de la ciudad e, incluso, desde el otro lado de la ría.

    En apenas minutos, el polígono de O Caramuxo fue invadido por sirenas. Dos camiones de bomberos desplegaron sus mangueras con la precisión de quien ya ha estado allí. Y han estado. No es la primera vez que Toysal arde. Tampoco es la primera vez que el silencio administrativo y la costumbre vencen al susto.

    Junto a los bomberos, se hicieron presentes agentes del Seprona de la Guardia Civil, porque no hablamos de una nave cualquiera. Aquí se gestiona y manipula material que, en manos del fuego, se convierte en amenaza directa para el medio ambiente. Cuando una planta de residuos industriales entra en combustión, la competencia pasa a mayores. Y en este caso, la Fiscalía de Medio Ambiente ya aguarda un nuevo expediente.

    Pero vayamos más allá del parte oficial. La realidad es que algo huele a rancio cuando un incendio se repite con tanta facilidad como el estribillo de una canción de verano. La ciudadanía mira al cielo —literalmente— mientras se pregunta: ¿qué falló esta vez?

    La urgencia de los protocolos y el papel del extintor de polvo

    A estas alturas del calendario y de la civilización, resulta inadmisible que instalaciones como Toysal sigan mostrando tal vulnerabilidad ante el fuego. Es aquí donde conviene recordar —con trazo grueso y subrayado— el papel que desempeña el extintor de polvo, ese artefacto aparentemente anodino que, en las manos adecuadas y en el momento justo, marca la diferencia entre una anécdota y una tragedia.

    El extintor de polvo seco es eficaz frente a fuegos de clase A, B y C, es decir: materiales sólidos, líquidos inflamables y gases combustibles. Es versátil, rápido y, lo más importante, portátil. Pero solo cumple su función si está cargado, visible y accesible. La teoría la sabemos todos. La práctica, por lo visto, no tanto.

    Este incendio no solo nos devuelve el sabor amargo del déjà vu, sino que nos obliga a cuestionar, de forma directa, si el protocolo de seguridad de la planta estaba actualizado, si los empleados sabían cómo actuar y si los extintores —en plural— estaban donde debían estar. Porque si no estaban, estamos ante un fallo que trasciende el calor de las llamas.

    Precio extintor 6 kg: un gasto menor, una consecuencia mayor

    Aquí es donde la economía se da de bruces con la realidad. Porque el precio extintor 6 kg, con agente de polvo seco, ronda los 30 a 50 euros en el mercado. ¿Eso es un gasto para una planta que maneja residuos industriales? ¿Es ese el motivo por el cual, una vez más, hemos tenido que ver Vigo cubierto por humo?

    Hay que decirlo claro. No hay ahorro justificable cuando hablamos de prevención. Ni en naves industriales, ni en talleres, ni en comunidades de vecinos. Un extintor no es un capricho ni un objeto decorativo. Es el primer soldado en la línea de defensa contra lo irreparable.

    Y sin embargo, los informes, los partes, las inspecciones... van llegando tarde, como siempre. Después del fuego. Después del daño. Después del susto.

    Más allá del humo: lo que nos dice el blog de extintores

    Si uno se asoma a este blog de extintores, encontrará consejos, normativa actualizada, mantenimiento preventivo y comparativas. No hace falta ser ingeniero ni técnico en riesgos laborales para entenderlo. Lo que hace falta es voluntad.

    La existencia de blogs especializados demuestra que el conocimiento está al alcance. Ya no hay excusa. Si una empresa no forma a su personal, no revisa sus equipos ni cumple con lo básico, es porque no quiere. Porque en pleno 2025, el acceso a información y formación es tan fácil como abrir una pestaña en el navegador.

    Y sin embargo, aquí estamos: analizando otro incendio que pudo evitarse.

    Responsabilidades que no se esfuman

    La presencia del Seprona no es un detalle menor. Su actuación no se limita a tomar nota. Su papel es clave cuando se trata de delitos contra el medio ambiente. Y en este caso, si se determina que hubo negligencia en las medidas de seguridad o fallos estructurales repetidos, podría haber consecuencias penales.

    Pero incluso más allá de los tribunales, está la responsabilidad moral. Vigo no merece respirar aire viciado por una instalación que reincide. Y las empresas que manejan materiales peligrosos deben estar sujetas a un nivel de exigencia superior. Porque no solo gestionan residuos, gestionan riesgos.

    Un problema que se extiende más allá del polígono

    Este no es un asunto que concierna solo a Toysal ni a O Caramuxo. La pregunta que se instala, como el olor a quemado en la ropa, es: ¿cuántas instalaciones similares hay en Galicia —o en España— con protocolos laxos, con extintores caducados, con salidas de emergencia obstruidas?

    La prevención no puede ser optativa. Y la inspección no puede ser decorativa. Urge una política pública que incentive, supervise y sancione, con la misma intensidad. No puede ser que el susto sea el despertador. Ni que el humo sea la señal de que algo va mal.

    El precio de la desidia

    El incendio del domingo en Toysal no solo quemó residuos. Quemó confianza. Quemó credibilidad. Y, probablemente, quemó parte del tejido empresarial que intenta hacer las cosas bien. Porque cada vez que una planta reincide, todo el sector se ve salpicado.

    La seguridad industrial no es negociable. Y su incumplimiento tiene consecuencias que van más allá de los partes de prensa. Es hora de apagar fuegos antes de que empiecen. Con medidas reales. Con formación. Con mantenimiento. Y, sí, con extintores de polvo listos para actuar.

    Porque un precio extintor 6 kg no se compara con el precio de ver arder, una vez más, el cielo de Vigo.