Al principio, Fernando y Diego de Carrión, querían marcharse con el botín a sus castillos.
Pero no se podían marchar así como así, porque tos vigilaban de cerca.
Más tarde, tras mucho pensar, decidieron que la excusa que iban a utilizar era: decir a sus
amadas y a sus padres que se iban con Elvira y Sol a sus castillos y que pronto les llamarían
para la boda.
Al Cid le pareció bien y les dejó marchar. Les ofreció unos caballos y mulas con gran
resistencia. Diego se sintió ofendido. El padre de las novias les dijo que fueran a visitar a
Abengalbón un gran amigo del Cid que les daría posada y buena comida.
Cuando se marcharon, Félez les seguía sigilosamente. Cuando estos fueron a visitar al amigo
del Cid planearon matarle pero un amigo de este se lo contó y su plan fracasó.
Más tarde, en el bosque, decidieron coger a Elvira y Sol para abandonarlas, pegándolas, con la
sincha de la silla de los caballos y atarlas a los árboles para que se las comieran los osos.
Estos se marcharon. De repente Félez se acercó, las vio y pensó que seria mejor llevarlas
a una posada para que allí descansaran y comieran.
Por último, Félez, le fue a contar al Cid lo ocurrido. Este, aguantando la hira, mandó a Minaya,
Pedro y Félez a por sus dos hijas a la posada. El Cid, juró por su barba que Fernando y Diego
Serian acusados ante las Cortes Generales de Castilla y León para que sean juzgados y
condenados por traidores.
Celia Sebastián Adrián