Los infantes de Carrión, estaban cansados de que los amigos de Rodrigo se rieran de ellos. Así que, ellos hicieron un plan para obtener riquezas, y librarse de sus novias.
Le dijeron a Rodrigo que se iban a Carrión para que Elvira y Sol conociesen sus palacios. El Cid propuso que llevasen algunos de sus hombres, pero Diego se negó ya que si no les descubrirían. Jimena les preguntó que cuando saldrían. Estos pensaron: cuanto antes mejor. Pero contestaron: cuando las damas quieran. El Cid también les recordó que saludaran al rey de Albarracín.
En el camino, Fernando y Diego tuvieron una idea que fue la siguiente: matar al rey moro. Sin embargo les oía uno de sus hombres. Su plan había fracasado.
Más tarde, los infantes decidieron pagar su mala suerte con sus novias. Las ataron a los árboles de Corpes y las pegaron con las cinchas de sus caballos. Ellos competían para ver quien las hacía más daño. Las chicas gritaban y suplicaban pero no las hacían caso.
Cuando se fueron, por suerte les había seguido Félez Muñoz, que las llevo a San Esteban de Gormáz. Allí las acogieron. Pasados unos días fueron a recogerlas y las llevaron a casa.
Se lo contaron todo a su padre, que este decidió acusarles ante las Cortes Generales de Castilla y León. Las hijas del Cid en lo último que pensaban era en casarse. Además, su padre las dejó casarse con los chicos que ellas verdaderamente amaban.