Los caballeros del Cid se ríen de los infantes de Carrión porque se chulean de haber luchado en la batalla per nadie les vió batallar. Los infantes piensan en marcharse a Carrión con sus ganancias y sus mujeres y dejarlas abandonadas en el camino. Cuando se lo dicen al Cid ponen la excusa de que las quieren presentar a sus vasallos y enseñarles sus palacios. El Cid acepta pero Diego rechaza una escolta.
En el camino, paran en Molina donde los infantes traman matar a Abengalbón y llevarse sus riquezas. Más tarde un guerrero que les había oído se lo conto a su rey. Este les echó del castillo.
Cuando los echa, los infantes pagan sus penas con sus novias. Primero les quitan sus joyas y sus mantos, las atan a un árbol y las fustigan antes de abandonarlas para que se las coman los osos.
Feléz Muñoz que los seguía oyo los llantos de las hijas del Cid, las curó las heridas y las llevó a San Esteban de Gormaz.
Cuando se enteró el Cid de lo ocurrido decidió acusar a Fernando y a Diego ante las Corte Generales de Casilla y León.
Las hijas del Cid doloridas no quieren ni pensar en casamientos.