Al cumplir veinte años Rodrigo y sus amigos Pedro, Martín, y Minaya, fueron a la corte, a trabajar para el rey Fernando I. Allí se hicieron amigos de los príncipes Sancho, Alfonso, y García, y de las infantas Urraca y Blanca.
Jimena era la mujer de confianza de la reina y también vivía en el castillo.
Las familias de Rodrigo y de Jimena se llevaban mal, y esta doncella, desde pequeña, pedía al rey que castigase a sus enemigos. Fernando I le contestaba que no podía.
En una cena de Navidad, Jimena le pidió al rey que si se podía casar con Rodrigo. Le contestó que sí.
Todos se alegraron menos los infantes de Carrión, que se pensaban que les iban a echar de la corte.
Rodrigo y Jimena se casaron en la catedral de Toledo, y un juglar les escribió un romance con un hueso de pollo porque no tenía tinta ni pluma. Le costó mucho, pero le salió bien.