EL DESEO DEL GATO
Escrito por Erika Arnaiz Sebastián, sábado 22 de marzo de 2014 , 14:34 hs , en TRABAJOS DE LOS ALUMNOS

Esta es la historia de “Tom”, un gato a quien le chiflaban las cortezas de queso. Su dueño, que se llamaba Ismael, era lechero.

Todas las mañanas, su dueño le daba para desayunar cinco cortezas de queso. Pero un día no le dio nada. Él estaba muerto de hambre. Se asomó a la ventana y observo que había mucha gente. Él se asustó y salió rápidamente. De repente, se encontró al veterinario diciendo que se habían muerto todas las vacas de un virus. De ahí hasta los días siguientes no desayunó. Salió a dar una vuelta y se encontró a una gata que a su dueño le había pasado lo mismo. Se conocieron y hablaron:

-¿Por dónde vives? –Dijo Tom.

-Por aquí cerca ¿Y tú? –Dijo Rali.

-Por aquí también.

-¿Por qué tienes esa cara?

-Tengo mucho hambre –decía Tom mientras le sonaban las tripas.

-Bueno pues come algo ¿No?

-Ya pero lo qué más me gustaba eran las cortezas de queso.

-Oye, ¿te gustaría ser un ratón para comer cortezas?

-¡Buena idea! Pero ¿Cómo puedo serlo?

-Tengo un amigo que su dueño es un mago.

-Ya y ¿Qué hacemos?

-Le diré a mi amigo que intente convencer a su dueño.

-Vale vale, si le convence dile que quedamos a las cinco aquí ¿vale?

-Vale, eres muy divertido –dijo Rali orgullosa.

Al día siguiente, se lo dijo y le convenció. A las cinco estaban ahí todos. Dijo sus palabras mágicas y e convirtió en ratón.

-¡Por fin puedo comer cortezas de queso toda mi vida! –dijo Tom muy ilusionado.

-Bueno ya está todo ¿No? Adiós.

-¡No! Espera un momento –dijo Tom saltando.

-Y si eres mago, ¿Podrías darme todas las cortezas del mundo?

-¡Eso es imposible!

!-¿Y cien cortezas?

-Vale pero nada más.

Le dio las cien cortezas y cuando se las comió todas, pensó que prefería ser un gato para trepar. Decidió pensar antes porque es mejor trepar y ser algo más grande, que ser muy pequeño y comer cortezas.



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Comentarios
  • Salma Arribas Carrrillo el viernes 11 de abril de 2014, 16:32 hs
    Me ha encantado tu redacción. Y sigue así con la imaginación.