Esa mañana el lobo se despertó con dolor de cabeza.
Una vocecita chillona cantaba sin parar y como, era esa niña perfecta y obediente que le ponía de mal humor, no porque le cayese mal, si no porque siempre cantaba la misma canción desafinada ‘El corro de la patata’.
El lobo , con mucha paciencia , escuchaba día tras día esa voz chillona cantando esa canción tan repetitiva, pero esa mañana dijo:
-Ya está bien, ¡voy a cantarle las cuarenta a esa niñita de mamá! – dijo el lobo muy mosqueado. Así que se puso manos a la obra.
Ya cuando la alcanzó la dijo:
-Oye, como no pares de cantar me comeré a tu abuela.
Caperucita respondió:
-No te creo, así que voy a seguir.
-¿cómo que no te lo crees?- le respondió el lobo con voz desafiante- vamos a echar una carrera hasta la casa de tu abuelita y lo verás.
-Vale, total, vas a perder- contestó ella en plan burlona.
El lobo cogió un camino y Caperucita otro.
El lobo era más ágil y llego antes, habló con la abuelita para que se metiera en el armario y así ponerse él su ropa para fingir ser ella y dar un susto a su querida nieta.(Caperucita Roja)