Esta historia, narra la vida de un gato llamado Perico. Es noble, gracioso, generoso, bueno tiene un poco de todo por decirlo así.
Todo empezó una tarde en el campo. Perico se encontraba con su amigo Federico recostado en un gran paraje lleno de hierba. Federico vió un ratón y quiso comérselo. Perico al verlo lo frenó y le explicó que los ratones no son unos animales que los gatos deban comer ya que para eso existe el pienso de gato. Federico lo soltó y el ratón se marchó junto a Perico.
Perico le cogió y habló con el. El ratón agradecido le invitó a su madriguera y el gato agradecido acudió a su invitación. Tom el gato le dio una cuña de queso que tenía guardada en su nevera de hojas. Perico se sintió muy raro ya que el queso le gusto mucho y eso no es propio de un gato. Desde ese instante Perico quiso convertirse en un ratón. Todos sus amigos se mofaban de el por qué quería ser un indefenso ratón. Perico desilusionado se marchó a casa.
Cuando la mañana siguiente se levantó lo primero que hizo fue afilarse los colmillos. Con los ojos y la cara soñolientos se dió cuenta de que su cuerpo no era el mismo. ¡Era un ratón! Cogió sus pertenencias y se fue a vivir con Tom aquel ratón tan generoso.
Muy bien, Sandra.